Reproducimos un artículo del director General de Santalucía AM, Gonzalo Meseguer, publicado en el Observatorio Inverco, sobre las lecciones aprendidas en materia de ahorro e inversión tras la pandemia.
Al comienzo de 2020, nada hacía presagiar todo lo que éste nos depararía, pero ya estamos en 2021, con la esperanza de mayores luces que sombras y vislumbrando, poco a poco, una mejoría en todos los sentidos.
Ahorro e inversión
Desde un punto de vista eminentemente de ahorro o inversión, podemos decir alto y claro que los partícipes se han comportado con mucha madurez y calma durante todo este periodo. Madurez, pese a la extrema volatilidad de todo el año, con fuertes caídas de los mercados en la primera parte de año para después acabar con importantes alzas. Y calma, pues el partícipe no perdió los nervios y mantuvo la compostura en todo momento.
Toda esta situación, no nos engañemos, ha resultado una verdadera prueba de fuego para medir si los pilares básicos que deben estar presentes en la estrategia de ahorro o inversión de un partícipe no se han visto afectados por este terremoto en forma de pandemia.
En este escenario, el V Estudio sobre la visión de los partícipes de fondos y sus gestoras que presentamos en octubre con el Observatorio Inverco suponía la “prueba del algodón” para medir ese grado de madurez y calma que antes mencionaba, en un momento, digamos, poco propicio.
Pues bien, el estudio arrojaba algunas conclusiones muy interesantes. Por un lado, que el 76% de los partícipes recomendaría a un amigo invertir en un fondo de inversión por la rentabilidad, la diversificación y al ser un producto regulado y supervisado y que incluso un tercio define la renta variable como el activo preferido (¡y con la que estaba cayendo en los mercados en esos momentos!).
Pero, además, el 74% de los encuestados explicaba que revisa la documentación periódica que recibe de su fondo de inversión, demostrando un enorme interés por entender la evolución de sus ahorros o inversiones.
Lecciones
Desde de mi punto de vista, todo esto arroja algunas lecciones muy evidentes. Desgraciadamente esta no ha sido la primera ni será la última crisis en los mercados financieros, pero la cultura financiera del ahorrador o inversor ha evolucionado positivamente en los últimos años, conociendo cada vez más en qué tipo de producto está depositando su confianza y qué puede esperar de él.
Cada vez más se interesa por los activos en que está invertido su dinero, presta atención a los diferentes documentos (DFI, informes periódicos, etc.) de los que dispone, conoce más y mejor las ventajas fiscales que le aporta.
En fin, se trata de un partícipe más preparado, consciente y consecuente con la decisión de ahorro o inversión que ha tomado. Y si está más preparado es más consciente y consecuente, estará más capacitado entonces para entender y asimilar los vaivenes de los mercados financieros que seguramente tendremos en el futuro.
Pero es que, además, este incremento del conocimiento viene impulsado por el enorme esfuerzo que los diferentes actores de la industria vienen realizando en los últimos años, ya sea directamente en la formación de los profesionales en primera línea en la relación con los partícipes, o a través de poner a disposición de éstos de toda la información y formación posible.
¿Qué es lo que nos queda por delante? Pues como diría Woody Allen, “el 90% del éxito se basa en insistir”. Debemos continuar por este camino. Por un lado, los partícipes deben seguir interesándose por las características de los fondos de inversión, de mejorar su conocimiento de los productos en los que invierte. Por el otro, la industria de fondos de inversión debe seguir formando más y mejor a sus redes comerciales, debe mejorar la calidad y claridad de la información que pone a disposición de sus clientes y finalmente debe estar cerca de ellos especialmente en años como 2020.
En definitiva, nos queda todavía mucho camino por recorrer y, sin duda, nos encontraremos obstáculos en nuestra travesía, pero creo que estamos en la buena senda y estoy seguro que nos llevará a buen puerto