Los gestores Pablo Ramírez de Verger, Ignacio Díez y David Sánchez recomiendan esta novela financiera cargada de humor para disfrutar y aprender de la industria marítima, de los hedge funds y activos estresados en la orilla del mar durante este verano.
Cuando hablamos de libros de finanzas, solemos encontrarnos con obras teóricas, historias narradas por periodistas, colecciones de entrevistas, biografías… The Shipping Man es diferente: es una novela. Una historia ficticia, plagada de humor y con personajes carismáticos que, magistralmente, retratan a muchos de los actores que nos podemos encontrar en los mercados financieros.
Didáctico
The Shipping Man no es sólo eso; no es sólo un gran pasatiempo. A través de su historia, aborda diversos aspectos con los que aprender de los mercados. Desde la estructura de capital de las empresas, con su correspondiente prelación de pagos, subordinaciones, superpriorities (prioridad preferente) y defaults (impagos), hasta la compra de activos distressed (activos estresados con problemas financieros) e, incluso, la preparación de una emisión de un bono high yield (bono de alto riesgo), pasando por la cicilicidad de los mercados de materias primas, con empresas apalancadas tanto operativa como financieramente.
Asimismo, hace un recorrido por la contratación de los fletes y la importancia de la localización de los barcos en los momentos clave.
Sinopsis
Escrita por Matthew McCleery, un gran experto de la industria marítima, cuya obra es una referencia en el sector naviero, el protagonista de The Shipping Man es Robert Fairchild, un gestor de un hedge fund en Nueva York que, tras ver por error que el Baltic Dry Index (índice de referencia del precio de los fletes marítimos) ha caído un 97%, afila sus garras de inversor oportunista y se pone en busca de activos estresados ligados al mundo del transporte marítimo.
Con un MBA por Harvard y gestionando un hedge fund, Robert Fairchild presume de ser el player más sofisticado. Emprenderá un viaje que le llevará a visitar países como Alemania, Grecia o Noruega, entre otros.
En el camino, se dará cuenta de que, tras miles de horas frente a su Bloomberg y sus libros teóricos de finanzas, no ha visto antes nada parecido a lo que le va a enseñar, a base de palos, la industria marítima.
No se nos ocurre una mejor lectura para el verano que The Shipping Man, junto a la orilla del mar, mientras en el horizonte navegan esos grandes barcos mercantes, es muy posible que, en ese momento, al igual que le sucedió a Robert, te pique la curiosidad de convertirte en un auténtico shipping man. Tranquilo, no serás el primero.